No es una historia muy rebuscada, ni súper elaborada, es un film simple. Lo que sí me gustó es que parece ir para un lado, y termina yendo para otro. Sinceramente no sabía que esperar del film, hice el intento de dejarme sorprender por una historia de seres extraños que viven en el bosque y unos bichitos negros. Ahí creo que radica lo lindo del film, mostrarte un camino por donde parece ir, pero luego te dice, mejor vamos para allá.
Es
que estas dos hermanitas pequeñas viven la vida con una felicidad que no parece
real. Su madre está enferma, su padre quiere que vivan una vida lo más normal
posible. Otra cosa que me gustó, es cómo el padre no descarta nada de lo que
dicen sus hijas. Es decir, no les dice “los fantasmas no existen” sino que las
incita a creer en ellos, a jugar, jamás les dice “no, eso no”. Algo que quizás
es necesario para los niños, dejarles que investiguen, que crean en lo
imposible. Ese es un lindo mensaje para los adultos.
Quizás
si la hubiese visto de más pequeño me hubiese fascinado, hubiese querido ir a
buscar a mi propio Totoro, esperar que venga ese gatobus a buscarme y llevarme
por ahí. Creer en los bichitos negros. No es un film apuntado a un público
adulto, tiene situaciones que nos pueden agradar a nosotros, pero los que la
más la van a disfrutar son los pequeños.
La
animación es típica de Hayao Miyazaki, del estudio Ghibli. Es muy hermosa cómo
en cada película que han hecho. Sinceramente quizás esta sea mi última película
del estudio, no logro conectar con ellas, y por supuesto que recibo hate por
parte de los fanáticos. Es que vivimos en un mundo que si no opinamos igual,
somos lo peor. Por suerte existen estas películas que nos invitan a un mundo de
fantasía, un realismo mágico que nada tiene que ver con los humanos y lo
horrible que podemos ser.
Mi
recomendación: Hermosa película para ver en
familia, disfrutar del realismo mágico.
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