Seis años pasaron desde la última entrega de Ralph.
Esta es una de esas secuelas que demuestra que no siempre hace falta hacer una
segunda parte.
No es una película mala, pero si es larga y densa.
Tiene varias escenas que podrían haber sido omitidas y aún así estaba bien el
film.
Lo que se lleva todos los aplausos es el mensaje que
deja.