Treinta
años son los que suceden a lo largo de los 134 minutos de este film dirigido
por el gran Marco Bellocchio. Lo interesante es como el director italiano nos
lleva y trae a lo largo de esos años de la vida de Massimo, principalmente en Turín,
muy cerca del estadio del club de esa ciudad.
La
abrupta muerte de su madre lo pone al pequeño en jaque. Los recuerdos de esa
madre feliz lo llenan, como así también ese momento clave en el que un
personaje de una película se convierte en su amigo invisible para poder llevar
esta situación trágica. Conocemos como sufre la angustia de un poco más grande
y también ya de un adulto periodista de un importante diario.
Por
momentos me parecía estar viendo dos películas totalmente distintas los
flashbacks y/o flashforward parecen conectarse con un hilo invisible, que no se
llega a distinguir y ver bien, no parece ser una buena resolución. Larga sin
necesidad, y a causa de ello cayendo en la monotonía. Escenas podrían haber
sido eliminadas y hubiésemos entendido el mensaje de la depresión, el trauma de
la muerte de una madre, la verdad que se oculta para proteger, la mentira que
se inventa para aparentar, y ese tipo de mensajes que con menos igual se
comprendían.
Mi
recomendación: Si te gusta el director y el cine europeo
anda al cine que seguro el miércoles sale de cartelera, si no mirala en tu
casa. Pero no es una de esas que “hay que ver”.
Mi puntuación: 4/10
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